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Salud y Masaje - Quiromasaje y Masaje deportivo

Podemos mejorar lo que comemos. Tan sólo hay que querer

Podemos mejorar lo que comemos. Tan sólo hay que querer

Hola de nuevo a tod@s,

Bueno sé que le prometí a Apolo un artículo sobre el síndrome del hombro congelado, pero Apolo he decidido el anticipar otro artículo que creo que es de suma importancia para nuestra salud y aunque si que es verdad que parece un artículo más enfocado a mi buen amigo y excelente profesor de Kundalini Yoga Rafa Monzó – por cierto, a la derecha tenéis el enlace a su página en dónde podéis encontrar cosas muy interesante – voy a lanzarme yo con él. Ya os digo, por tema de Salud.

Hace cerca de un mes vi una noticia en la que hablaban del profesor Masaru Emoto, todo un personaje que desde hace ya bastantes años está investigando el comportamiento de uno de los materiales más importantes para nuestra vida, el agua. Este señor lo que quería era conseguir probar que el agua no es igual en todas las situaciones y que reaccionas a determinados estímulos. Ardua tarea que un día se simplificó con su brillante idea de congelar ese agua y observar los cristales que se había formado al microscopio. De esta forma consiguió demostrar que el agua es susceptible a estímulos externos tales como el amor y el odio. Es increíble como se observa que un agua tratada con afecto presenta unos cristales de formas geométricas perfectas y de una gran belleza mientras que un agua que ha sido impregnada con odio presenta unos cristales amorfos.

Todo esto es muy bonito, es más os invito a que busquéis por Internet y encontrareis fotos muy interesantes, pero ¿os habéis parado a pensar la importancia de tal fenómeno?. Pensar en cuantas cosas de nuestra vida está presente el agua…. Desde nuestra composición hasta el agua que le damos a beber a nuestras plantas pasando por la que bebemos nosotros, la que le añadimos a las comidas, etc, etc.. Con toda esta agua tenemos dos opciones: una la de no prestarle ninguna atención a lo que tocamos e impregnamos con nuestra energía – por ejemplo, preparar la comida estando de mala leche ó dos, ser conscientes de lo que tenemos en contacto ya que va a pasar a formar parte de nosotros y tratarlo con mucho más cariño.

De hecho, este señor hizo un experimento en el que metía en un par de tarros de cristal unos puñados de arroz cocido y los etiquetaba con la palabra “amor” y “odio” respectivamente. ¿Qué creéis que pasó?.. que el arroz que estaba en el tarro del odio se pudrió mucho antes que el que estaba en el tarro del amor.. aunque parezca algo trascendental gracias a este gran científico ya le podemos dar base a los más escépticos.

Por lo tanto, antes de beber, de comer e incluso de amar acordaros de esto e intentar darle toda la buena energía que podáis seguramente vuestro cuerpo os lo agradecerá….

Invito a Rafa Monzó a que haga un largo y extenso comentario sobre esto, seguro que él sabe muchas más cosas interesantes que nos pueden echar una mano en nuestro día a día.

Y ahora si Poli, el próximo tratará sobre el síndrome del hombro congelado..

1 comentario

Rafa -

Hola Raul y gracias por tus alagos.
Todo esto que cuentas lo vi en una película llamada "What the bleep do we know!?", hace ya casi un año. De hecho me pareció super interesante el trozo de película que hablaban del tal profesor Masaru. Hace poco salió en un conocido programa de televisión.
Y bueno, mi opinión al respecto es que no merece la pena demostarselo a nadie con tanto experimento, es evidente que el agua, el aire, nuestro ambiente vibra y que el humano tiene la gran capacidad de influir en esas vibraciones, en esa energía por medio del pensamiento consciente. Desafortunadamente los pensamientos, por regla general, no son conscientes y al final nos convertimos en una parte más del puzzle, reaccionando a los estímulos externos como lo haría un mono o un perro, en vez de usar la razón para nuestro bien y el de nuestro entorno.
Tenemos que intentar tener pensamiento neutro, o al menos positivo, pues cada acto, palabra o pensamiento, además de producir karma, influye en todo nuestro entorno y por lo tanto en nosotros.